Ixtupil cierra un duelo de más de 36 años

14 de Agosto de 2018

Fotografía: PNUD Guatemala/Fernanda Zelada

Guatemala, 10 de agosto de 2018.-  Después de 36 años de espera, el miércoles 8 de agosto, familiares de víctimas del enfrentamiento armado interno y habitantes de la aldea Ixtupil finalmente pudieron recibir los restos de sus seres queridos y ofrecerles una digna sepultura.

La aldea Ixtupil está ubicada en la región norte del municipio de Santa María Nebaj, en el Quiché. Un territorio profundamente golpeado por el enfrentamiento armado que vivió Guatemala durante más de tres décadas. Según la Comisión para el Esclarecimiento Histórico (CEH), entre el 70 y el 90% de las comunidades ixiles fueron arrasadas, entre ellas Ixtupil.

“Algunos logramos huir y nos refugiamos en las montañas”, relata Pedro quien era un niño de 10 años cuando sus padres murieron en una de las masacres. Él y su hermano de 5 años, lograron sobrevivir.  Hoy se reencuentran para inhumar los restos de sus padres identificados.

La gente de la comunidad recuerda que volvían de manera intermitente a la aldea cuando percibían un poco de calma. Así fue como lograron  enterrar los cuerpos de algunos de sus familiares asesinados en un terreno que funcionó como cementerio clandestino durante la guerra, conocido como Xemanzana. “Los enterramos a escondidas, rápidamente, sin la posibilidad de velarlos, sin ni siquiera poder llorar del miedo que sentíamos”, recuerda uno de los sobrevivientes.

En 2011, los miembros de la comunidad con el acompañamiento de la Asociación Campesina de Desarrollo Integral Nebajense –ASOCDENEB- y la Asociación de Movimiento de Víctimas del Norte de Quiché –ASOMOVIDINQ-,  realizaron las gestiones ante el Ministerio Público para contar con una autorización que les permitiera iniciar con la investigación y recuperación de los cuerpos enterrados años atrás.

La Fundación de Antropología Forense de Guatemala (FAFG), inició las tareas en 2012. Acompañados de las familias de Ixtupil, los antropólogos forenses ubicaron las fosas y los restos de 47 víctimas.  A través de los análisis con muestras de ADN identificaron con nombres y apellidos a 14 víctimas. La Fundación continuará trabajando para lograr identificar al resto de las otras 33 personas, que fueron inhumadas con códigos.

Este trabajo de búsqueda se ha complementado con la atención psicosocial de los familiares de las víctimas a cargo del Equipo de Estudios Comunitarios y Acción Psicosocial –ECAP-.

Aunque con este acto se cierra un duelo para la comunidad, Ixtupil aún sufre las secuelas de la guerra. Muchos de los habitantes además de perder a parte de su familia, también perdieron todas sus pertenencias. “Viviendo en los refugios, no había una escuela, la mayoría de los niños que no pudieron aprender a leer y escribir, son los padres de familia de hoy, que por haber perdido esa oportunidad, no pueden acceder a un trabajo digno, lo que genera mayor pobreza para sus familias”, relatan desde la ASOCDENEB.  En la actualidad, la comunidad enfrenta una serie de privaciones que van desde la ausencia de servicios básicos de salud hasta la carencia de energía eléctrica.

La inhumación de Ixtupil es el resultado de un largo proceso de coordinación entre organizaciones de sociedad civil e instituciones estatales que inició en el 2011 con el apoyo del Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo –PNUD-, a través del Programa de Acompañamiento a la Justicia de Transición –PAJUST-; que cuenta con el apoyo de la Embajada de Suecia, el Gobierno del País Vasco y el Fondo de las Naciones Unidas para la Consolidación de la Paz (PBF por sus siglas en inglés).