Hacia un océano sostenible

5 de Junio de 2020

Fotografía: PNUD Guatemala/Juan Luis Sacayón

Hablar del océano, en un país de cultura tradicionalmente terrestre como Guatemala, implica repensar nuestra relación actual y potencial con un vecino que nos rodea, pero es prácticamente un desconocido. Empecemos diciendo que hemos nombrado y dividido geográficamente al Atlántico, Pacífico, Índico, Ártico y Antártico, pero el océano es una sola masa de agua salada que cubre el 71% de nuestro planeta. Así como tenemos un solo planeta, también contamos solamente con un océano. La mayor parte del oxígeno que respiramos viene del océano y por ello, la relación de nuestra salud con la de nuestro vecino, es directamente proporcional.

Desde el año 2009 las Naciones Unidas han designado al 8 de junio como el Día Mundial de los Océanos para concientizar a la opinión pública sobre los impactos que los seres humanos generamos sobre el océano y poner en marcha un movimiento mundial ciudadano a su favor. El tema de este año 2020 es “Innovación para un océano sostenible”, entendiendo la innovación como la introducción de nuevos métodos, ideas o productos, alentando la esperanza en medio de la actual incertidumbre y preocupación ocasionada por el COVID-19. Al respecto, según la Comisión Oceanográfica Intergubernamental (COI-UNESCO) algunas bacterias marinas descubiertas hace muchos años a profundidades extremas están siendo usadas para acelerar la detección del COVID-191. Los océanos son un aliado en la lucha contra este virus. La conexión de los océanos con nuestra salud cada vez se sustenta con más evidencia: hay un enorme tesoro con fines farmacéuticos que podría contribuir a nuestra calidad de vida.

Ahora bien, este tesoro lamentablemente está muy lejos de ser resguardado como tal. De acuerdo con la Plataforma Intergubernamental Científico-Normativa sobre Diversidad Biológica y Servicios de los Ecosistemas (IPBES) el 66% del océano está experimentando impactos ocasionados por la actividad humana, en particular la sobreexplotación de peces y otros organismos marinos, seguida de la contaminación. En países como el nuestro, pareciera misión imposible abordar la enorme amenaza de pesca ilegal en altamar porque tenemos escaso control sobre nuestro mar territorial, ya no digamos sobre lo que sucede en aguas internacionales. La contaminación marina por plásticos está afectando al menos a 267 especies, incluyendo el 86% de tortugas marinas, 44% de aves marinas y 43% de mamíferos marinos. Los seres humanos somos responsables de esta contaminación y nos afecta a través de las cadenas alimenticias: nosotros también estamos consumiendo micro plásticos.

Algunas acciones específicas recomendadas a nivel mundial para abordar estos y otros retos incluyen, por ejemplo, abordajes de planificación espacial marina, creación y manejo efectivo de áreas protegidas marino-costeras (APM) y reducción de contaminación por fuentes terrestres. El Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD) con el liderazgo de sus socios de gobierno y aliados de ONG, academia y sector privado implementa dos iniciativas en Guatemala que contribuyen con la Agenda 2030 y en particular el Objetivo de Desarrollo Sostenible ODS 14-Vida Submarina. Damos seguimiento a la declaratoria de 4 APM (Manchón-Guamuchal, Sipacate-Naranjo, Hawaii y Las Lisas) que fueron diseñadas con apoyo del Global Environment Facility (GEF) y esperamos que no solamente se amplíen sino sobre todo consoliden al Sistema Guatemalteco de Áreas Protegidas (SIGAP) como espacios para la conservación del océano, y aseguren medios de vida de poblaciones vulnerables que dependen de los recursos marino-costeros. Hemos diseñado con el apoyo del Programa de NDC del PNUD2 el sistema de Monitoreo, Evaluación y Reportaje (MER) para las Zonas Marino Costeras (ZMC), que tiene como objetivo establecer un grupo inicial de indicadores y variables, para cumplir con los compromisos sobre transparencia establecidos en el Acuerdo de París en Adaptación al Cambio Climático, para entender y evaluar nuestro cumplimiento de metas mínimas, fortalecer las capacidades de adaptación en las ZMC y actualizar las NDC nacionales, proponiendo por primera vez una métrica alineada con el Plan Nacional de Desarrollo Katu’n: nuestra Guatemala 2032 y el Plan de Acción Nacional de Adaptación y Mitigación al Cambio Climático (PANCC). 

Estamos en la ruta correcta para que Guatemala reconozca el enorme potencial del océano para su desarrollo sostenible. Hay una oportunidad en el marco del Decenio de las Naciones Unidas de Ciencias del Océano para el Desarrollo Sostenible, que se ejecutará del año 2021 al 2030. El Decenio fortalecerá la cooperación internacional para desarrollar la investigación científica y las tecnologías innovadoras que puedan conectar la ciencia oceánica con las necesidades de la sociedad bajo el lema de la ciencia que necesitamos para el océano que queremos. Esta iniciativa no solamente es para científicos, requiere de la participación de muchos y diversos actores incluyendo gobiernos, académicos, políticos, empresa privada y sociedad civil.

1 GEF/IW Portfolio Bulletin Issue 2020.01 pag.7

2 Apoyado con fondos de los Gobiernos de Alemania, España y la Unión Europea

Escrito por: Raquel Sigüenza, fiel creyente del desarrollo sostenible, conservacionista de corazón y bióloga de profesión. Trabaja en la Oficina de Guatemala del PNUD desde 2015, actualmente como Especialista en Biodiversidad.